Hace poco visité Acapulco con el único motivo de empedar todos los días e intentar gozar al máximo con la compañía de unos cuantos colegas que también fueron con el mismo motivo, osease compartimos motivos... Dicho y hecho, todos los días nos procuramos unas magnificas pedas sin embargo, quiero profundizar en una en especifico la cual, me causo muchas impresiones. Esta se desarrolló en el pútrido ambiente del famosísimo table dance de Acapulco: El Tabares.
Era un miércoles... (¿era un miércoles?) la verdad no me acuerdo de que día era, pero fue un día. La banda estaba alebrestada y quería ir a pasarla bien en la noche, lamentablemente, después de una charla con los taxistas locales nos dimos cuenta de que la vida nocturna de Acapulco se limitaba a la diversión con prostitutas, es decir, todos los antros de Acapulco estaban cerrados. Los transportistas sugirieron, con lujuria en los ojos, que nos encamináramos hacia el Tabares abordo de uno de sus taxis y así fue.
Llegamos al burdel y bueno... la excentricidad acapulqueña brilló con todo su esplendor, imaginaos la escena:
Fondo musical: Un remix de esa rola que dice "pero mira como beben los peces en el rio", nefasto.
Escenografía: Piso de cuadros (blancos y negros), luces neon (al más puro estilo del table dance pitero), espejos y cuatro tubos en la pista (CUATRO TUBOS !!) y lo más cabron de todo... arriba de la pista, pantallas planas reproduciendo una película porno hard-core la cual mostraba gigantes penes atestándose dentro de rapadas puchas.
Luego de imaginarnos esa escena procedamos a la narración del relato... Un hombrecillo de smoking y expresión picara (era un enano malvado), cobró los covers y a uno de mis colegas timó. Posteriormente, uno de los meseros en patines nos encaminó a nuestra mesa. Yo caminaba sorprendido por el lugar mientras admiraba la apariencia de mi camisa ante el efecto de esa luz morada que hace que lo blanco brille con intensidad (típico de los puteros).
Llegamos a la mesa, la botella fue ordenada y procedimos a admirar la belleza armónica (ejem) de todo lo que nos rodeaba: Atrás, una puta sobre un wey emulando movimientos del coito; Adelante - en primer plano - una mesa con tres weyes, uno de ellos desbordando sus lonjas sobre la pobre silla que lo sostenía; en segundo plano, la pista con los cuatro tubos y una burdelera girando alrededor de uno de ellos. Alrededor de la pista giraban los meseros con patines al ritmo de la risa de Vincent Price, de Thriller. El rol de los meseros era limpiar la mesa y el piso cuantas veces pudieran en los intervalos de tiempo en los cuales las putas giraban alrededor de los tubos y al final cobrar cuanta más propina pudieran desembolsar de los embriagados clientes. En fin, yo en mi peda me la pasé maldiciendo la situación social de las mujeres que "nos bailaban" y a los meseros por gandallas. Al final salí pedísimo del burdel con un encendedor que le chingué a una de las "bailarinas" (el ensecho dice Tabares y tiene a una burdelera acapulqueña dibujada) y mentando madres al mesero que atentó contra nuestra frágil economía de weyes chilangos que van a chupar a Acapulco, queriéndonos cobrar más de lo que se debía pagar de propina. Obviamente no logró su objetivo y seguro se emputó (HA).
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