jueves, 6 de marzo de 2008

Existencialismo como fuga

Primero que nada, he de deciros que he abandonado el blog por causas de cierta fuerza que me es imposible vencer. Sin embargo hay un pensamiento que me ha estado dando vueltas en la cabeza durante todo este tiempo que no he podido escribir y hoy que tengo una computadora a mi alcance, me voy a permitir comunicarlo a mis lectores imaginarios. Además de eso hay otras cosas que deben publicarse, espero contar ya con la maquina que me proporciona el gusto de comunicar...
Últimamente he decidido encaminarme al gimnasio después de las clases. Considero que es una actividad que en cierta forma te aleja de esa realidad alterna de las aulas, libros y gente incompetente, transportándote a otra realidad alterna de pesas, máquinas y diversos fenómenos sociales dignos de apreciación y análisis.
Vivimos viajando entre realidades alternas para evadir la cruda realidad de que todo es un juego con reglas y consecuencias.
Entrando en materia... en el gimnasio me he dado cuenta de un par de cosas que considero muy interesantes. He aquí mi análisis al respecto:
El acto de fortalecer los músculos es un hecho que agrada a los individuos, en particular a los hombres quizás por el mismo hecho de constituir una realidad alterna. Lo que es digno de llamar la atención es que yo, al mezclarme con ese sector de la sociedad de mi comunidad universitaria, he pasado por las dificultades que implican levantar una pesa con cierta constancia y presición.
Es como avanzar lentamente a través de un laberinto de acertijos pero de fuerza bruta, animal. Los individuos que ahí se dan cita tienen para mi gusto, una total ignorancia de lo que significa en realidad lo que están emprendiendo al someterse a los acertijos de la fuerza bruta. La gran mayoría de ellos acuden al gimnasio en búsqueda de una apariencia física que les dé seguridad frente a la manada.
Esta apariencia física puede servir para diversos logros que la sociedad estudiantil de carácter primitivo considera como apriorísticos: pasear por los pasillos, rodearse de gente "influyente", conquistar a "la chica", entre otras cosas que a largo plazo no constituyen más que destrucción del floreciente raciocinio intelectual del estudiante.
[he de irme...]